sábado, 11 de febrero de 2012

Sueña conmigo



Las rubias son preciosas y divertidas y tú... eres morena.



Todos recordamos los cuentos de nuestra infancia, el zapato le cabe a cenicienta, la rana se convierte en príncipe, a la bella durmiente la despiertan con un beso. Erase una vez y vivieron felices. La materia de la que están hechos los sueños. El problema es que los cuentos no se hacen realidad. Las otras historias, esas que comienzan en noches oscuras y tormentosas y tienen un final atroz, son las que parecen convertirse en realidad. A quien inventó eso de ‘y vivieron felices’, había que darle una paliza”.



               
 
“Todos podemos pedir un deseo al año, al soplar las velas en nuestro cumpleaños. Algunos pedimos más, con las pestañas, en las fuentes, al ver una estrella fugaz… y de vez en cuando alguno se cumple. ¿Y qué pasa entonces? ¿es tan bueno como esperábamos? disfrutamos de nuestra felicidad o… nos damos cuenta de que tenemos una larga lista de deseos esperando a ser deseados”.
“No deseamos lo fácil, deseamos cosas importantes, cosas ambiciosas fuera de nuestro alcance. Deseamos cosas porque necesitamos ayuda, tenemos miedo… y sabemos que quizás pedimos demasiado. Pero seguimos teniendo deseos, porque a veces se hacen realidad”.


La felicidad está en las cosas que no planeas, en las que no ves venir.

Luchaste, amaste, perdiste. La cabeza alta
En literatura, hay cientos de finales, algunos felices, otros tristes. Algunos finales tienen un giro. Algunas historias abren la puerta para algo más. Los cuentos de hadas terminan cuando la chica consigue al príncipe, los finales que hacen que se seas introspectivo sobre tu vida y lugar en el mundo y luego, está ese final que has visto venir desde lejos y por alguna razón, te toma por sorpresa.

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